Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram
Nápoles es una estampa maradoniana. Sin embargo, toparse en Roma con un emblema nacional, que huele a carbón bien encendido, sabe a paps fritas de las nuestras, se ve como denso dulce de leche del corazón criollo y se escucha con música nacional, es una inesperada sorpresa que te llega casi de casualidad.
El Porteño en la Ciudad Eterna es la primera puesta en la ciudad de los hermanos Alejandro y Sebastián Bernárdez quienes junto a su socio itaiano Fabio Acampora, han copado Milán con restaurantes exitosos. Ya en Milán existe “El Porteño”, un restaurante argentino totalmente distinto a los que hay en el mundo: con una ambientación sobria, pero elegante, marcada por detalles clásicos, de buen gusto. Cuando el fuego se encuentra con la tradición, nace el asado argentino: carne suculenta, asada a la perfección y un sabor que habla de la pasión que es el espíritu del lugar.
“Le pusimos mucha atención a la gastronomía para que fuera de calidad, rica, bien presentada, le incorporamos un toque más gourmet al clásico asado argentino -explica Sebastián-. De Argentina nos llevamos parte del personal con el cual abrimos el primer Porteño”. Impusieron otra idea: no concebían que en una ciudad se acepten reservas a las diez de la noche anunciando que a las diez y media la cocina cierra. “¡Cómo en una ciudad como Milán no vas a poder comer a las once de la noche porque la cocina está cerrada!”, espeta. Así que ellos lo impusieron y eso fue un cambio revolucionario en la ciudad, porque a partir de ese momento todos los locales importantes empezaron a cambiar el horario. “Nuestra cocina -afirma- está abierta hasta las doce de la noche, como en Argentina”. Fue una idea perfecta: la gente salía del teatro, de un partido de fútbol e iba a comer rico en un lindo ambiente argentino sofisticado.
Tienen una chacra en las afueras de Milán que compraron con la idea de hacer un restaurante antes de que nazca la idea del Porteño. Disfrutan de una pasión en paralelo: el polo y de los caballos. Ese promete ser El Porteño Polo Club. La Puerta de Milán. Dentro va a tener restaurante argentino, los detalles típicos del deporte y algunas habitaciones. “Ese es mi sueño -sigue-. Poder ir a montar todos los días, que mis hijas también tengan su propio caballo y se puedan acercar al mundo de la equitación. Esto me encantaría”. Y, ya se sabe, un motor invisible se esconde detrás de la casualidad sencilla con que en la vida de Sebastián y Alejandro se concatenaron las cosas. Esa misma que ya está delineando el modo para que ese sueño sea la apertura que se vino: Roma.
Durante la década de 1940, Argentina fue un faro de esperanza y nuevos comienzos para innumerables hombres y mujeres que vieron a Buenos Aires como una tierra de oportunidades que los esperaba al otro lado del mar. Esta ciudad vibrante y cosmopolita creció a partir del espíritu de quienes llegaron a sus costas, cada uno de los cuales dio forma a su identidad única. Los “Porteños”, literalmente “gente del puerto”, reflejan la energía dinámica, cálida y apasionada de Buenos Aires, lo que la convierte en un destino excepcional para quienes desean experimentar el auténtico corazón de Argentina. Esa es la esencia que se cuece hoy en cada cocina de El Porteño y que se traslada a cada rincón de su espacio romano.
Cada restaurante está diseñado para mostrar una faceta diferente de Argentina, brindando experiencias únicas que abarcan su cultura de maneras distintivas. La conexión histórica entre Italia y Buenos Aires se renueva con El Porteño Gourmet, ubicado a pasos de la Fuente de Trevi, en el corazón pleno de la Ciudad Eterna. Con platos gloriosos, de estampa perfectamente argentina, sorprende con una elegancia mixturada entre las dos culturas, pero donde el ADN argentino explota a la vista y al sabor. Una seducción furiosamente irresistible.