Un refugio entre el cielo y los Andes

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By Flavia Tomaello

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

Santiago de Chile vive una nueva etapa: moderna, vibrante y cada vez más abierta al viajero. Entre la cordillera y el Pacífico, la capital chilena combina desarrollo, arte y una energía cosmopolita que la vuelven irresistible para una escapada de fin de semana. Es una ciudad donde los rascacielos espejados conviven con casonas patrimoniales, los parques florecen entre avenidas dinámicas y la vida cultural se reinventa con cada temporada.
Recorrerla es descubrir un equilibrio entre naturaleza y urbanismo. El metro —uno de los más eficientes de Sudamérica— permite moverse con facilidad entre sus 23 comunas, y el Río Mapocho sigue siendo su columna vertebral, dividiendo la urbe entre el oriente sofisticado y el poniente popular. En torno a la estación Baquedano, corazón geográfico de la ciudad, se despliegan algunos de sus barrios más encantadores, con plazas arboladas, cafés y museos que invitan a detener el paso.
El Palacio de La Moneda, con su arquitectura sobria y su valor histórico, marca el centro cívico. Muy cerca, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural Gabriela Mistral revelan el pulso artístico de una capital que mira al futuro sin olvidar su historia. Al norte, el Cerro San Cristóbal domina la vista. Desde su cima, el paisaje urbano se funde con las cumbres andinas, y el teleférico renovado ofrece una panorámica que resume la esencia de Santiago: una ciudad que crece mirando a la montaña.
En la base del cerro, los mercados La Vega y Central mantienen viva la tradición gastronómica. Frutas, mariscos y condimentos locales llenan el aire de aromas y colores. Cada puesto cuenta una historia, y es fácil entender por qué la cocina chilena se ha convertido en una de las más celebradas del continente.
La noche santiaguina tiene sus propios epicentros. En Lastarria, la bohemia se combina con la elegancia: librerías, cafés, galerías y teatros conforman un circuito ideal para quienes disfrutan del arte y la conversación. Bellavista, en cambio, late con otro ritmo. Entre murales, bares y terrazas, se respira una energía joven que hace del barrio un clásico que nunca pasa de moda.
El skyline moderno se concentra en Providencia y Las Condes, donde el Costanera Center y su mirador Sky Costanera —el punto más alto de Latinoamérica— regalan vistas memorables del atardecer sobre los Andes. En sus alrededores, los distritos comerciales y gastronómicos ofrecen desde boutiques internacionales hasta propuestas de autor.
El descanso perfecto tiene nombre propio: el Mandarin Oriental Santiago, un oasis urbano rodeado de jardines tropicales, con piscina al aire libre, spa y una gastronomía de alto nivel . A pocas cuadras, el Ritz-Carlton Santiago conserva su estilo clásico y sofisticado, con un spa panorámico y atención impecable. Ambos son íconos del lujo contemporáneo de la capital chilena.
Para quienes buscan una pausa fuera del ritmo urbano, Las Majadas de Pirque es una escapada ideal. A menos de una hora de Santiago, este palacio neorrenacentista rodeado de viñedos y jardines centenarios ofrece alojamiento boutique, experiencias enológicas y cocina local de autor. Un refugio donde la naturaleza y el vino se encuentran bajo el cielo de la cordillera.
Santiago es hoy una síntesis perfecta de modernidad y raíces. Una ciudad que invita a caminarla, degustarla y mirarla con ojos nuevos. Entre la montaña y el mar, sigue siendo —más que nunca— una escapada irresistible para los argentinos.
Para la ruta Buenos Aires-Santiago, JetSMART vuela de manera directa con 18 frecuencias semanales en octubre, y más de 20 en noviembre y diciembre. Asimismo, JetSMART tiene 5 vuelos directos por semana (viernes, sábados y domingos) entre Mendoza y la capital chilena.


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