nuevo escenario de diseño, luz y hospitalidad

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By Flavia Tomaello

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello

São Paulo se descorre ante los ojos como una metrópolis que nunca termina de explicarse. Sus torres vidriadas, su pulso cultural, el rumor permanente de sus avenidas parecen desafiar a quienes buscan hallar en el caos una línea de sentido. En ese contexto, Fasano Itaim aparece como un guiño de sutileza y rigor. No se trata de un edificio más, sino de un punto de inflexión en cómo la hospitalidad puede anclarse en la trama de una ciudad que nunca duerme y, al mismo tiempo, ofrecer un refugio donde el diseño cobra voz propia.
La historia es casi un regreso. Luego de muchos años de haber delineado el hotel Fasano en Jardins, Studio MK27 —liderado por Marcio Kogan— fue convocado a diseñar los interiores del nuevo desarrollo de la familia Fasano en Itaim, uno de los barrios más dinámicos de São Paulo. La tradición del apellido, ligada desde hace más de un siglo a la hospitalidad, a la gastronomía y a un refinamiento de herencia ítalo-brasileña, encuentra aquí un nuevo escenario: un complejo de usos mixtos con apartamentos residenciales, restaurante, bar y un hotel que prolonga la experiencia Fasano hacia un público cosmopolita y atento al detalle.
El apartamento de cuatro suites, proyectado como una pieza única dentro de la torre, concentra la destreza narrativa de MK27. Cada trazo, cada textura, parece sostener un diálogo con la memoria de la marca, sin dejar de abrir ventanas al futuro. La materia prima del relato es noble: pizarra en los pisos, listones de madera en los techos, nogal en los muros. No hay exceso, sino exactitud. Lo natural se vuelve un mecanismo de confianza, un sostén de lo cotidiano que transforma al espacio en una caja de resonancia del habitar contemporáneo.
Un panel vidriado del piso al techo abre el living a la terraza, borrando fronteras entre interior y exterior. En el lado opuesto, la estantería acompañada de una chimenea de mármol Armani Grigio marca una frontera más conceptual que física: separa lo social de lo íntimo, pero también introduce la noción de que los materiales pueden ser narradores discretos. Las cortinas dobles, entre lino y macramé, dibujan una coreografía de luz y sombra que aporta cadencia a los ambientes.
El salón se despliega como un pequeño atlas de escenas: un rincón íntimo frente al fuego, la sala principal donde la conversación se expande, el comedor conectado a la cocina gourmet. Las alfombras en tonos neutros organizan cada territorio, mientras lámparas de pie, sofás y mesas de distintos volúmenes generan una dinámica que rehúye lo estático. Aquí, la selección de piezas de diseño construye un mapa de afinidades: la mesa de centro Pétala de Jorge Zalszupin convive con la mesa de comedor de Jader Almeida; los colgantes de George Nelson dialogan con luminarias de Alvar Aalto e Isamu Noguchi. El conjunto no es un catálogo: es un encuentro entre generaciones y geografías que saben convivir bajo la premisa de la atemporalidad.

Una cartografía de la calma

El recorrido por el apartamento es continuo, casi como un paseo que nunca interrumpe su cadencia. La circulación se transforma en un gesto coreográfico, salpicado por apliques escultóricos que funcionan como pequeñas sorpresas. En las habitaciones, los pisos de madera y el cielorraso blanco crean un contrapunto más claro y ligero respecto a los espacios comunes. La sensación es la de un tránsito desde lo urbano hacia lo íntimo: de la densidad matérica hacia la levedad que prepara al cuerpo para el descanso.
La apuesta de MK27 no es simplemente estilística. Es, ante todo, un manifiesto sobre cómo se puede vivir en la ciudad sin rendirse al vértigo. Fasano Itaim se convierte así en una declaración: la arquitectura puede ser hospitalidad incluso antes de que intervenga el servicio humano; puede ser una forma de dar la bienvenida desde el primer paso. La coherencia entre materiales, mobiliario y proporciones permite que el visitante —o el residente— sienta que el espacio lo reconoce, que se amolda a sus ritmos sin imponerle un guion ajeno.
São Paulo, con su energía desbordada, encuentra en esta torre un contrapunto de calma. La operación no es inocente: la familia Fasano conoce el valor del detalle, el arte de la pausa, el peso que tienen los rituales en la vida contemporánea. Studio MK27 traduce esa sensibilidad en planos, volúmenes y luces. Y lo hace sin solemnidad, con un tono que oscila entre lo artesanal y lo cosmopolita.
Al caer la tarde, cuando la ciudad vibra bajo una constelación de faros y neones, las estancias de Fasano Itaim se recogen en un resplandor cálido. El mármol refleja la última luz, la madera exhala su textura, el vidrio abre la mirada a un skyline que parece reinventarse cada minuto. Dentro, la vida sucede con una cadencia distinta, como si el tiempo encontrara aquí un nuevo compás.
Más que un apartamento de lujo, más que un hotel o un desarrollo inmobiliario, Fasano Itaim es la síntesis de una filosofía: habitar como acto estético y afectivo. Allí donde la arquitectura se cruza con el diseño, y el diseño con la hospitalidad, emerge un espacio que no solo aloja, sino que también cuenta historias. São Paulo tiene un nuevo capítulo. Y Fasano, un nuevo escenario desde el cual seguir desplegando su legado.


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