Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
No puede haber más lujo en Roma. Todo lo que un hermoso hotel debería ser, y repleto de los huéspedes más glamorosos imaginables. Las estrellas de cine y las modelos suelen alojarse aquí, atraídas por los amplios jardines, las lujosas habitaciones y el diseño atemporal.
Un auténtico fulgor romano entre la Piazza del Popolo y la Plaza de España, en el Hotel de Russie se unen lo clásico y lo cosmopolita. Un favorito de artistas y escritores, estrellas y políticos, fue apodado “el paraíso en la tierra” por el poeta francés Jean Cocteau en 1917, y el calificativo sigue vigente hoy en día.
No podés creer la existencia de su impresionante Jardín Secreto mediterráneo en niveles, con rosales, naranjos y pinos, y escuchá los suaves sonidos de la pequeña cascada que fluye entre tres ninfas, para experimentar la magia por vos mismo. Disfruá de una de las mejores experiencias de aperitivo de la ciudad en el Bar Stravinskij, saboreando cócteles preparados por expertos bajo las estrellas. Rendite a la felicidad en el sublime De Russie Spa y cená clásicos italianosen Le Jardin de Russie antes de subir a disfrutar de una comodidad excepcional en el entorno elegante de tu habitación en el corazón de la Ciudad Eterna.
No hay más riqueza que este oasis escondido en el caótico centro histórico de Roma. Es difícil describir la sensación que se tiene al entrar en el Hotel de Russie. Tal vez sean el encanto del alegre “buongiorno” de los porteros, o los interiores inmaculados, los suelos de mármol y las flores frescas colocadas en jarrones sicilianos hechos a mano. Una de las joyas del portafolio de la marca italiana Rocco Forte, el Hotel de Russie es una institución romana que abrió sus puertas a principios del siglo XIX y recibió a huéspedes como el artista Pablo Picasso y el poeta Jean Cocteau.
En 2000, el hotel fue adquirido por Rocco Forte, y los toques impecables de la diseñadora Olga Polizzi ahora son un regalo que podés observar por todas partes, desde el arte pop hasta la piedra y el mármol de estilo Imperio Romano. Hay más hoteles modernos en la ciudad, pero pocos tienen más alma, carácter y concepto.
Los huéspedes más glamorosos acuden en masa desde toda la ciudad para disfrutar de un café, un aperitivo y una cena en su Jardín Secreto (2.800 metros cuadrados de jardines en terrazas llenos de palmeras y rosas trepadoras blancas), mientras que las habitaciones y suites son grandiosas y sofisticadas, tal como debe ser. Su ubicación en una calle tranquila en el extremo norte de las Murallas Aurelianas, cerca del hotel, lo convierte en el escondite ideal.
El hotel es increíblemente glamoroso y lujoso, pero no es para nada recargado. Asume su veleidad con un delicado equilibrio. Siempre está lleno de gente, con una mezcla de huéspedes locales y viajeros; estos últimos reservan con semanas de antelación un lugar en el jardín secreto o en el restaurante al aire libre. Reuniones de negocios, almuerzos lánguidos y principalmente con lugareños elegantes. Por la noche se congrega una multitud aún más elegante para tomar un aperitivo y cenar a la luz de las velas bajo los árboles.
El personal es encantador, sin acantonamientos. Es fácil reírse y charlar de forma auténtica.
La entrada a una propiedad tan ilustre está escondida de la vía principal en una calle más tranquila que bordea la gran Piazza de Polpo y la elegante Villa Borghese. Todas las grandes atracciones están a un corto paseo de distancia; la Plaza de España está a la vuelta de la esquina, las orillas del Tíber están a cinco minutos a pie y la Villa Medici y la Fontana de Trevi están a entre 10 y 15 minutos de distancia. La elegante ubicación deja a esta perla rodeada de brillantes boutiques de diseñadores, relucientes calles adoquinadas, trattorias italianas y sofisticadas cafeterías. Via Margutta, una de las calles más hermosas de Roma, está justo al lado del hotel, llena de casas y galerías de diseño de interiores.
La contemplación es una invitación posible. Todo aquí está allí para ser disfrutado. Ninguna lectura mejor de Roma que la de las gafas que propone De Russie.