Sencillo y refinado

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By Flavia Tomaello

Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
La Chocolatería del Castillo de Lignon está situada en el corazón de una antigua granja de una finca que concede un lugar privilegiado a la naturaleza y que alberga ciervos, conejos, ovejas y colmenas. Nació de una pasión: la de ofrecer momentos gourmet únicos que resuenan con los dulces y reconfortantes recuerdos de la vida, al tiempo que invitan al descubrimiento de nuevos sabores. Desde su taller ubicado en la magnífica finca en el corazón de Condroz, Jérôme y Raphaël dan vida a su sueño chocolateros.

En 2004 Jérôme y Raphaël se encuentran en el banco de la escuela. En 2018, ambos amantes de la cocina y la repostería, decidieron, casi quince años después, seguir un curso de en el Instituto Roger Lambion de Bruselas. Después de su formación, perfeccionaron su arte en diferentes chocolaterías especializadas de la capital del chocolate.

El 2023 Aurélie, una amiga íntima, les ofrece una oportunidad de oro: el magnífico dominio del Château de Leignon, ya famoso por su cervecería y su posada. Un lugar ideal para abrir su fábrica de chocolate.

Cada praliné es un trabajo delicado, cuidadosamente elaborado para combinar tradición e innovación. Inspirados a veces por la sencillez de los momentos compartidos, a veces por una creatividad atrevida, sus creaciones saben cómo deleitar los paladares más curiosos y exigentes. Superan los límites del arte del chocolate imaginando sabores sutiles, a veces inesperados, que invitan a la exploración y el placer.

Han seleccionado sus chocolates con el mayor cuidado, favoreciendo las variedades poco dulces para dejar mucho espacio a la intensidad y riqueza del chocolate en sí. Si el azúcar sigue presente para exaltar la glotonería, su identidad se basa sobre todo en el equilibrio y el respeto por los sabores auténticos.

Su misión es celebrar el chocolate como vector de compartir. Ofrecer un praliné es mucho más que brindar un dulce: es crear o revivir un recuerdo, unir generaciones, despertar emociones e incluso introducir nuevas experiencias gustativas. Ya sea para reunirse en torno a un regalo gourmet o para regalarse un momento de puro confort,

La Chocolaterie du Château de Lignon encarna así la armonía entre el respeto por las técnicas artesanales, el amor por el trabajo bien hecho y la creatividad contemporánea, haciendo de cada degustación un momento memorable.

Una reconversión profesional

Jérôme y Raphaël han decidido reinventarse lanzándose al mundo del chocolate, una pasión común que, hoy más que nunca, une a estos dos amigos de toda la vida. Aquél, profesor desde hace 15 años, decidió dejar su aula para hacer realidad su sueño de infancia: convertirse en chocolatero y sumergirse sin límites en las delicias del chocolate. Raphaël, por su parte, tras estudiar ciencias políticas, se instaló en Estocolmo. Allí vivió experiencias enriquecedoras, pasando de gerente de un bistró de moda a pastelero artesanal. Fue de esta última profesión de la que realmente se enamoró, lo que le impulsó a formarse para convertirla en su vocación.

Su deseo común de volver a estudiar, unido a la oportunidad que ofrece el castillo de Leignon, demuestra que una reconversión profesional, incluso al amanecer de los, no sólo es posible, sino que también promete un futuro brillante.

La finca, ya compuesta por una cervecería artesanal, un restaurante orquestado por la reconocida chef Isabelle Arpin, y las habitaciones, se enriquece naturalmente con una fábrica de chocolate, una extensión lógica de un lugar que honra los placeres del paladar.

Este nuevo espacio gourmet se enmarca en un planteamiento que pone en valor la artesanía y los productos de calidad, en perfecta armonía con el espíritu del proyecto.

Cuidar este espacio es el proyecto de toda una familia que puso su corazón en respetar el alma del lugar y darle vida cultivando constantemente nuevos proyectos significativos.

Sólo sabor

Pralinés, macarrones, galletas, caramelo, dulce de azúcar, bizcochos, speculoos, barras de chocolate, merengues, dulces… Sus bombones se distinguen por combinaciones sencillas pero refinadas, donde cada bocado evoca momentos de felicidad. Priorizan un enfoque responsable dentro de la fábrica de chocolate. Para ello, optan siempre que sea posible por los productos locales y los proveedores comprometidos. Todos sus chocolates se obtienen de forma sostenible y promueven la prosperidad de los productores de cacao.

Recetas sencillas y atemporales, sin artificios, que evocan recuerdos de la infancia y momentos de felicidad compartidos. Materias primas cuidadosamente seleccionadas, con granos de cacao procedentes de las mejores regiones productoras (América del Sur, África), así como ingredientes locales. Cada praliné está elaborado a mano en su taller, utilizando procesos artesanales que respetan el chocolate y sus sutilezas.

La belleza se ve, se toca, se huele y se saborea. Para cumplir con el deleite de todos los sentidos, el suspiro posterior suena interminable.