Por Flavia Tomaello, https://flaviatomaello.blog/, Instagram @flavia.tomaello
Un suspiro de magia dentro del edificio más alto de Europa, The Shard. Las impresionantes vistas panorámicas de toda la ciudad son solo una parte de lo que hace que esta propiedad sea el lugar para hospedarse al menos una vez an la vida justo en el centro del barrio de London Bridge, un vibrante centro cultural con una larga y rica historia.
Renzo Piano llegó un día a Londres a reunirse con Irvine Sellar. El primero, uno de los arquitectos más afamados del planeta; el segundo un acaudalado desarrollador inmobiliario. Sobre la mesa de almuerzo, Piano dio vuelta el menú y en una hoja dibujó su siguiente obra: un edificio que pinchaba el cielo. Sellar no pudo creer la propuesta. “Yo lo diseño gratis –escuchó–, si hacemos el edificio más alto de Europa”. The Shard, en Londres, mantendría su liderazgo en altura hasta ser relegado a un segundo puesto por el Mercury City Tower, de Moscú. Sellar aún conserva el menú donde se lee: “Para Irvine de Renzo, mayo de 2000″.
Para el momento de su apertura, en 2012, el corazón estaba destinado a un hotel. Allí funciona desde entonces Shangri-La, un emprendimiento que mezcla armoniosamente el estilo contemporáneo con los ancestros orientales montado sobre un escenario de película, colocó la primera apenas inaugurado el hotel.
Como el rascacielos que alberga el primer hotel Shangri-La de la ciudad, ofrece las únicas habitaciones de hotel en Londres con vistas de 65 kilómetros a la redonda. De hecho, alojarse aquí es una experiencia inenarrable. Ningún otro hotel de Londres puede superar a esta propiedad en vistas espectaculares. Sin embargo, esta zona ha tenido su cuota de drama como epicentro de la vida más sombría de la ciudad que ahora reluce como historia. Hace siglos era más conocido por los burdeles, las peleas y el alcohol. Hoy en día, el vicio se ha convertido en virtud, y la energía se centra en la gastronomía y la cultura. Alrededor del hotel encontrás calles como Bermondsey, repletas de restaurantes interesantes y multitudes que se derraman en la calle esperando una mesa.
Vecino de siempre, codo a codo con el Borough Market, el mercado más antiguo de Londres, donde se cree que el propio Shakespeare compraba sus manzanas, y bajo la sombra del emérito rascacielos, lo que en su tiempo fue un antro oculto en la zona industrial de Londres se transformó en un espacio digno de una obra de Jane Austen.
Emblema de ser de otro planeta
Ubicado en la histórica orilla sur del río Támesis, en el Shard revestido de cristal por 306 metros de altura, Shangri-La fue el tercero de la cadena en Europa, después de sus debuts en París en 2010 y Estambul en 2013.
Situado en una de las zonas más históricas de Londres, el hotel está muy cerca de los centros financieros de la City y Canary Wharf, así como de las principales atracciones turísticas como la Tate Modern, la Torre de Londres, la Catedral de San Pablo, el Shakespeare’s Globe y el Borough Food Market.
El Shangri-La, el hotel más alto de Europa occidental y el primer rascacielos de Londres, ocupa los pisos 34 a 52 de las 72 plantas del Shard. Su diseño interior contemporáneo complementa la magistral arquitectura de Renzo Piano y las impresionantes vistas que se despliegan en todas las direcciones. Las habitaciones y suites del hotel se encuentran entre las más grandes de Londres.
El sitio no necesita esforzarse demasiado para causar una impresión deslumbrante: con un orgullo inescrupuloso se alza sobre el resto de la ciudad, garantizando unas vistas que podrían dificultar el sueño.
A pesar de toda su elegancia, todo es muy sencillo, una hazaña difícil cuando, en esencia, se trata de un lujo exagerado. Pero cada suite es, sin duda, la suma de sus partes. Por ejemplo, el baño revestido de mármol, con mamparas de televisión y espejo, ducha de lluvia, bañera de hidromasaje caliente, suelo radiante y 2 bachas grita la armonía que se percibe de forma tan discreta en la sala de estar.
Los interiores fueron diseñados por Francesca Muzio y Maria Silvia Orlandini con un nivel de detalle impecable la que implicaba un verdadero desafío dada la pendiente cónica del edificio. Ambas dirigen FM, un estudio italiano cuya actividad principal es el diseño de superyates, por lo que aprovechar al máximo el inusual espacio es lo que mejor saben hacer. Además, la misma estética marítima impregna las suites: los blancos, los cremas, los beiges, los marrones; los muebles que dan la sensación de estar en una cabina; el telescopio que ocupa el centro del escenario en la ventana de 180 grados.
El vestidor puede acoger a una pequeña fiesta, mientras que la sala es elegante. La oficina, bien equipada, viene con material personalizado: un nivel de detalle casi neurótico, pero está dispuesto para que te sientas como una estrella de cine por un día.
A esto se suma un servicio cálido y solícito, pero nunca obsequioso. La gente aquí es inquebrantablemente profesional y se nota que están contentos con ser parte de este proyecto; todos lucen con orgullo una sonrisa transnacional.
Las vistas, siempre las vistas
Es todo un desafío competir con las ventanas. Los ventanales de piso a techo maximizan el paisaje y crean la sensación de dormir en una casa en un árbol urbana.
Se ofrece un servicio de recepción desde los andenes de la estación de London Bridge a los huéspedes que llegan al hotel en tren.
Hay binoculares disponibles en cada habitación y un telescopio en cada suite exclusiva. La Skypool, en el piso 52, es la piscina cubierta más alta de Europa occidental y tiene algunas de las mejores vistas del edificio.
Las habitaciones Deluxe City View, Premier City View, Iconic City View y las suites Iconic Shard ofrecen vistas al norte de la City y de los lugares más famosos de Londres. Las habitaciones Superior Shard y las suites Premier Shard ofrecen vistas panorámicas de las vibrantes zonas del sur y de los condados históricos de Kent, Surrey y Sussex.
Las vistas nocturnas son algo que no te podés perder. De hecho, son tan populares que atraen a las multitudes al bar de champán GŎNG del hotel, en el piso 52. Todos quieren una oportunidad de sentarse en una mesa junto a la ventana, pero es mejor planificar con anticipación y hacer una reserva para no quedarte con las ganas.
Aquí, se puede contemplar sin trabas la mitad de Londres: una cacofonía gris y desorganizada. Desde la Suite Shangri-La, en el edificio más alto de Europa, se puede observar la ciudad a los pies, sentir su ritmo, ver su mecánica, todo ello con un whisky en la mano la sensación es palpable.
Asegurate de regresar para ver el atardecer, que, desde aquí arriba, suele ser espectacular, incluso en un día gris. La vida, al menos en el sentido material, no puede ser más top que aquí.