Río de Janeiro será la sede de la próxima Cumbre de Líderes del G20 -el principal foro intergubernamental de coordinación económica y financiera del mundo, integrado por 19 países (entre ellos, la Argentina) y la Unión Europea- durante los días 18 y 19 de noviembre.
Aunque sus habitantes están acostumbrados a que la ciudad reciba eventos multitudinarios, Río de Janeiro conserva lugares casi desconocidos por los turistas, que permiten una vivencia alternativa para quienes la visiten durante o después de la cumbre de mandatarios.
Playas (casi) desiertas
La isla de Gigóia está cerca de Barra da Tijuca (uno de los barrios marítimos más transitados de la ciudad de Río de Janeiro, adonde se arriba en Metro, bajando en la estación Jardim Oceânico), pero es poco visitada incluso por los propios habitantes de Río.
Para llegar a Gigóia, es necesario tomar una lancha, la cual se toma en la calle Armando Lombardi 350, justo al lado del estacionamiento del Shopping Barra Point (a los autos no se les permite circular por la isla).
El viaje hasta la isla cuesta cerca de un dólar e insume de cinco a diez minutos para desembarcar en un barrio de callecitas estrechas, llenas de restaurantes y bares con vista a una laguna (los fines de semana conviene reservar).
A diez kilómetros del punto de embarque y desembarque de la lancha que va a Gigóia, está Praia da Reserva, bordeando la Reserva Medioambiental de Marapendi: son siete kilómetros libres de construcciones en la línea de la playa, todo un oasis en la ciudad.
Un monumento muy cotizado, gratis
El célebre morro del Pan de Azúcar puede escalarse a pie, aunque existe un teleférico (“bondinho”) para hacer el recorrido. El monumento natural está formado por dos cerros: el Morro de Urca y el Pan de Azúcar (este último, más alto). A la primera colina (Morro de Urca) se accede por un sendero fácil, que comienza a unos metros de la estación del teleférico, en el sendero Claudio Coutinho, un camino peatonal gratuito ubicado a un costado de Praia Vermelha, playa ubicada en un barrio muy tranquilo que aloja varias dependencias militares. Hacia la izquierda (a la derecha está el mar), se encuentra un acceso para comenzar el ascenso al Morro de Urca.
El recorrido insume unos 40-50 minutos y, una vez en la cima, hay miradores, muestras de los antiguos teleféricos que funcionaron en el monumento y diversas opciones gastronómicas con vista a la Bahía. De regreso, es posible subir en el teleférico para seguir al Pan de Azúcar pagando sólo la mitad del ticket (unos 10 dólares), o bien bajar en este si no se quiere volver por el camino peatonal. La puesta de sol desde el Morro de Urca es imperdible.
Las mejores vistas desde el Fuerte Duque de Caxias
Conocido como “Forte do Leme”, es uno de los cuatro fuertes que tiene la ciudad abiertos para visitas. El Fuerte está ubicado en un Área de Protección Medioambiental y rodeado de mata atlántica. El camino de subida es empinado pero relativamente tranquilo, empedrado y rodeado de vegetación, y el trayecto insume entre 20 y 25 minutos.
El lugar es muy seguro, ya que está dentro de una dependencia militar, y hay un pequeño estacionamiento en la base de la construcción. Desde el mirador se puede contemplar una vista panorámica del Pan de Azúcar, el Cristo Redentor, todo el paseo marítimo de Copacabana y mucho más. La entrada es gratuita.
La historia cultural de la ciudad en la Casa Roberto Marinho
Esta joya neocolonial escondida a los pies del Cristo Redentor se construyó en 1939 y se inspiró en el emblemático Solar de Megaípe, una casa de campo del siglo XVII localizada en Pernambuco. Fue la residencia familiar del magnate de las comunicaciones Roberto Marinho, quién vivió allí de 1943 a 2003.
Hoy, esta fascinante casa rosa con jardines diseñados por Burle Marx está abierta al público con su acervo intacto de mobiliario y obras de arte. Asimismo, en su sala de cine, se puede ver un documental con imágenes históricas de los artistas que frecuentaban la mansión y actuaron en ella, durante los 60 años de fiestas y tertulias en torno al arte, la música, la literatura y el teatro que se dieron en el lugar.
Cascadas urbanas
La ciudad de Río cuenta con hermosas playas y está rodeada de varias zonas de protección medioambiental. En la mayor de ellas, la Floresta de Tijuca, hay varias cascadas que son un gran atractivo para experiencias de ecoturismo, pero a pocos kilómetros de la ciudad; se pueden visitar en solitario o bien en grupo con un guía.
Situada a unos tres kilómetros de la entrada al sector de la Floresta del Parque Nacional de Tijuca, la Cascada de las Almas es una de las más conocidas y llama la atención por su fuerte caída de agua, imprescindible en los días calurosos.
Para los amantes de una buena caminata, la Cachoeira dos Primatas es una excelente opción porque el sendero se puede combinar con el Mirante da Lagoa (“Mirador de la Laguna”), desde donde se divisa la laguna Rodrigo de Freitas. Situado entre el Solar da Imperatriz y el Parque Lage (a los pies del Corcovado), el sendero de la Cachoeira da Gruta comienza a unos 100 metros de la entrada del sector Serra da Carioca del Parque Nacional de Tijuca, muy cerca del ajetreo de la ciudad.
Con reminiscencias porteñas, un recorrido musical por todo Brasil
Un edificio art déco en el corazón de Copacabana, a pocos metros de la famosa playa, es el escenario de un espectáculo inspirado en el porteño “Señor Tango” que explora la cultura, la música y la gastronomía del país más grande de Sudamérica. El diseño del Roxy Dinner Show respetó la arquitectura del antiguo cine Roxy, que durante décadas fue el mayor de la ciudad y que ahora -reconvertido en casa de shows- presenta un espectáculo emocionante que recorre la riquísima historia musical de Brasil.
Con 60 artistas en escena, el espectáculo abarca todos los géneros de la música brasileña contemporánea en más de 50 canciones y con 350 trajes diseñados para mostrar la riqueza y diversidad de la cultura local. Con el apoyo de organismos públicos e inversores privados, el Roxy es el primer local de este tipo que se abre en la ciudad más visitada de Brasil, donde la cena se convierte en fiesta cuando el espectáculo se torna una celebración de carnaval. Los precios de las cenas-espectáculo oscilan entre 84 y 138 dólares por persona, con un descuento del 20% para los residentes de la ciudad.