Por Georgina Buscaglia – especialista en color y cuidado del cabello
@exhalapeluqueria

Hay un brillo que no tiene que ver con la luz ni con el filtro de una foto. Es ese reflejo suave y vital que aparece cuando el pelo está sano, cuando la fibra respira y el cuero cabelludo está limpio. Ese brillo que se nota cuando te movés, cuando el viento te despeina, y aun así el cabello parece tener vida propia.
Con el paso del tiempo, el estrés, la contaminación o el exceso de productos, ese brillo empieza a apagarse. Pero no se pierde para siempre: se recupera con pequeñas rutinas que devuelven equilibrio y salud. Y, lo mejor de todo, sin fórmulas mágicas: solo constancia, conocimiento y una dosis de amor propio.
El primer paso empieza antes del lavado
Cepillarte el pelo antes de entrar a la ducha es un gesto tan simple como poderoso. Desenredar suavemente desde las puntas hacia arriba evita quiebres y ayuda a distribuir los aceites naturales del cuero cabelludo. Es como darle al cabello un masaje previo para prepararlo. Así, al lavar, el proceso se vuelve más amable y efectivo.
El pre-shampoo, ese secreto silencioso
Muchas veces el cabello pierde brillo por exceso de lavado o por la fricción constante del shampoo sobre la fibra. Por eso, incorporar un pre-shampoo puede cambiarlo todo. Actúa como una barrera protectora: hidrata antes de limpiar. Aplica acondicionador sobre tu pelo seco en medios y puntas unos minutos antes de entrar a la ducha, y vas a notar cómo el cabello conserva su aspecto aún después de enjuagar tu shampoo.
Lavá el cuero cabelludo, no el largo
El shampoo fue diseñado para el cuero cabelludo, no para el largo del pelo. La clave está en masajear con las yemas de los dedos (nunca con las uñas) solo la raíz. Al enjuagar, la espuma que cae limpia el resto de la fibra sin maltratarla. Este pequeño cambio ayuda a mantener las cutículas selladas y el brillo intacto.
Aceites: nutrición con medida
El brillo natural también se alimenta. Los aceites capilares (como el de argán o camelia) aportan nutrición y suavidad, pero la clave está en no excederse. Una o dos gotas bastan para sellar la fibra y devolverle ese reflejo satinado que hace que el pelo se vea vivo. Aplicalos siempre en largos y puntas, con el cabello húmedo o seco, según lo que necesite.
Sérum, el toque final
El sérum de puntas es el último paso, el broche de oro. Protege, suaviza y le da al pelo ese efecto “espejo” que buscamos. Aplicalo siempre con el cabello limpio y seco, desde la mitad hacia las puntas. Funciona como una película ligera que sella sin apelmazar.
Detox capilar: cada 15 días, una limpieza profunda
Un cuero cabelludo limpio es la base de un cabello luminoso. Cada quince días, dedicá unos minutos a hacer una limpieza detox con un shampoo exfoliante. Este paso elimina residuos de productos, contaminación y exceso de grasa. Es como resetear la piel del cuero cabelludo: respira mejor, y el brillo vuelve a aparecer.
El brillo no se compra: se cultiva. Es el resultado de una rutina consciente, de respetar los tiempos del cabello y no forzarlo con calor o exceso de productos. Un pelo luminoso no necesita esconderse detrás de un brushing perfecto, porque su luz es propia.
Y cuando eso pasa, cuando el brillo aparece de adentro hacia afuera, no hay filtro que pueda superarlo.
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