En plena Semana de la Movilidad Sustentable, la bicicleta vuelve a estar en el centro del debate. A pesar de campañas a favor de la sustentabilidad y del impacto de la congestión y la contaminación, apenas el 4% de los viajes en Argentina se realizan en bicicleta, según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV, 2024).

El bajo nivel de uso se explica por la falta de infraestructura adecuada, la percepción de inseguridad vial y el alto índice de robos que desalientan a los usuarios. Incluso entre los jóvenes, el segmento que más pedalea, la bicicleta se utiliza principalmente como recreación antes que como medio de transporte.
Experiencias que muestran el potencial
Ejemplos recientes demuestran que cuando hay condiciones adecuadas, la demanda crece. En la Universidad Nacional de Mar del Plata (2023-2024), un programa de movilidad estudiantil puso a disposición 300 bicicletas gratuitas y recibió más de mil solicitudes, superando con creces la oferta.
En Rosario, el sistema público Mi Bici Tu Bici superó los 136.000 usuarios inscritos en abril de 2025, con 89 estaciones activas. Sin embargo, también enfrenta problemas: entre enero y junio de 2024 se registraron más de 1.000 ataques entre robos, intentos y hechos de vandalismo, un promedio de 6,7 incidentes diarios.
Comparaciones regionales y globales
El contraste con otras ciudades de la región es evidente. En Santiago de Chile, la bicicleta representa cerca del 8% de los traslados diarios, y en Bogotá asciende al 12%, gracias a redes de ciclovías consolidadas y políticas públicas de incentivo. En Ámsterdam o Copenhague, la bicicleta es eje central de la movilidad urbana, resultado de décadas de planificación.
En Argentina, en cambio, las ciclovías suelen ser inconexas, no hay estacionamientos protegidos suficientes y la inseguridad vial sigue siendo un factor decisivo. Solo en Santa Fe, el 9% de las víctimas fatales de siniestros viales en 2025 fueron ciclistas, una cifra en aumento.
Desafíos: políticas, cultura y seguridad
El transporte genera el 30% de las emisiones de CO₂ en el país, pero los incentivos para reducir el uso del auto particular son escasos. Según la Secretaría de Ambiente (2024), más del 80% de los trabajadores usa transporte público, un 6,9% auto y apenas un 4% bicicleta.
Los especialistas coinciden en que se necesitan medidas concretas:
- Red continua de ciclovías seguras e iluminadas.
- Incentivos económicos para acceder a bicicletas eléctricas y monopatines.
- Estacionamientos vigilados y seguros de micromovilidad que reduzcan la vulnerabilidad del usuario.
Desde el sector privado empiezan a surgir respuestas. ATM Seguros desarrolló pólizas específicas para bicicletas y monopatines eléctricos que incluyen cobertura contra robo, accidentes personales y responsabilidad civil. “La movilidad urbana está cambiando y el desafío del seguro es acompañar esa transformación”, explicó Eugenio Muerza, Director Comercial de la compañía.
Un cambio que todavía no llega
El desafío no es solo técnico, también cultural y político. En Argentina, la bicicleta aún se percibe como un transporte “de emergencia” y no como una opción vinculada a la calidad de vida urbana.
Sin un plan integral que articule transporte público, bicicletas, scooters y peatones con infraestructura, seguridad y financiamiento, el salto hacia una movilidad más sustentable parece lejano.
Que la bicicleta se mantenga estancada en el 4% de los viajes urbanos debería ser una señal de alerta. La gran pregunta es si Argentina está dispuesta a pasar del discurso a la acción.
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