Por la Dra. Johanna Furlan, cirujana estética MN 122.975 @drajohannafurlangraf

Cuando hablamos de piel asfíctica (también llamada ocluida o asfixiada) hacemos referencia a aquella que, por falta de riego sanguíneo o por el uso rutinario de cosméticos incorrectos para nuestro tipo de piel, ha obstruido totalmente el folículo pilosebáceo. La piel se asfixia debido a la cantidad de células muertas y la reserva de grasa que se va formando y que no puede ser liberada hacia la superficie.

El sebo se solidifica dentro del poro, obstruyéndolo y produciendo micro quistes denominados miliums, pequeños depósitos de grasa visibles desde el exterior pero que se hallan atrapados o encapsulados dentro de la piel. La secreción sebácea está modificada, se vuelve dura al tacto y no sale, presentando una tendencia acnéica.

En principio, se trata de un cuadro que afecta generalmente a los adolescentes y jóvenes, pero también puede darse en adultos. Y, en principio, la piel grasa es más propensa, aunque una piel seca mal tratada también puede generar este problema, del mismo modo que una piel grasa que siga los protocolos de una buena limpieza y uso de cosméticos adecuados puede lucir libre de poros obstruidos, milliums y con una textura uniforme.

Otros factores que pueden acelerar este proceso son la falta de higiene facial, especialmente por la noche: la limpieza es sí o sí obligatoria. Si no retiramos todos los restos de maquillaje, sudor y partículas de contaminación externa, durante la noche la piel intentará hacer su proceso de renovación y al no poder eliminar bien los productos de desecho irá acumulando en las capas superficiales grasa, agua, sudor.

Características fisiológicas de la piel asfíctica

– Aumento de secreción sebácea que queda retenida.

– Formación de comedones, sobre todo en los laterales.

– Poca protección de la película hidrolipídica, con deshidratación en las zonas donde no se forma la emulsión.

– Aspecto pálido, con quistes y comedones; también miliums.

– Exceso de queratinización.

Aspecto de la piel

– Brillo graso en las zonas seborreicas.

– Poros perceptibles en las zonas grasas

– Aspecto mate y marchito en mejillas; sensible.

– En las zonas no seborreicas, poros cerrados.

– microquistes de color blanco, en la zona de las mejillas y contorno de ojos.

Aspecto al tacto

– Piel algo gruesa por hipertrofia difusa.

– Tacto acartonado.

– áspera e irritable

En la rutina:

– No tolera el jabón ni algunos cosméticos.

– Se irrita con productos astringentes.

– Se mancha

– Carece de capacidad defensiva.

Tratamientos

Rutinas con niacinamida, ácido hialurónico, árbol de té, arcilla verde, ácido salicílico, té verde, gluconato de zinc, vitamina B6 o própolis, ayudan a regular la secreción biológica de sebo. Pero el primer paso es acudir a un experto para que dé un diágnostico y elabore una rutina de tratamiento adecuada, según el tipo de piel.

Podemos limpiar la piel con algún producto a base de ácido salicílico, sin aceites, que ayuda a exfoliar suavemente la piel y mantiene su barrera protectora. Podemos sumar las mascarillas y prevenir la aparición de futuras imperfecciones. Para hidratar, elegir productos humectantes matificantes que actúen sobre el brillo cutáneo y regule la producción de sebo.

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