Por: Juan Cruz Amirante, Managing Director de Kroll Argentina
Más allá del fanatismo y las pasiones que se desbordan por el fútbol, los casos de corrupción impositiva e irregularidades son cada vez más conocidos en esta industria, la cual envuelve a privados, sociedades civiles, gobiernos y la población; ante lo que muchos se preguntan ¿cuál es la solución para evitar que estas situaciones se repitan?
Para nadie es un secreto que el fútbol mueve grandes montos de dinero por cada año a través de las adquisiciones de nuevos jugadores, integración y fortalecimiento de clubes deportivos, los significativos ingresos por la televisación de encuentros, contratos con reconocidas marcas y, por supuesto, su participación en competencias locales e internacionales.
De hecho, la industria del fútbol tiene unos ingresos anuales de más del 40% del total de la industria del deporte. Si miramos el valor de mercado de las selecciones de fútbol de CONMEBOL (Sudamérica) y de CONCACAF (Norteamérica, Centroamérica y el Caribe), Brasil es el líder de la lista, con Neymar, Vinicius Junior y sus compañeros, sumando un valor de 1.120 millones de dólares, a fecha de agosto de 2022. La escuadra argentina, por su parte, de Messi y Lautaro Martínez, se valoró en 689 millones de dólares ese mismo año, según datos de Statista.
En ese sentido, debido a la falta de controles internos en los clubes, hay grandes probabilidades de que quienes deseen llevar actividades fraudulentas sean descubiertos. Por esta razón, en algunos casos, directivos de clubes, jugadores, entre otros, se terminan beneficiando al colocar dinero de las entidades en empresas que ellos mismos crearon, en terceros, en personas que fingen realizar operaciones financieras y asumen las obligaciones como si fueran suyas (prestanombres), entre otros casos de desvío de recursos en privados.
Algunos casos han sido resonantes y ampliamente conocidos, en donde se ha podido evidenciar que se escondían un esquema de corrupción tras la contratación de, por ejemplo, empresas de redes sociales. Asimismo, muchas veces, es claro que las directivas de los equipos han tomado malas decisiones, gastando altas sumas en contrataciones que a la larga no han aportado al club lo que se esperaba.
Por esta razón, para lograr terminar con la corrupción y el fraude en el fútbol, es necesario que las instituciones rindan cuentas a través de programas de transparencia, de tal forma que las organizaciones que vigilan hechos de corrupción, e incluso los hinchas, puedan saber en qué se está gastando el dinero y si estos recursos están siendo bien manejados por las directivas. Del mismo modo, quien recibe el mandato de un equipo debería hacer una auditoría independiente que, a su vez, ejerce presión a la alta dirección para llevar mejores prácticas.
Los equipos de fútbol tienen la gran responsabilidad de preservar la integridad y reputación de las marcas que representan, por lo que es vital que tengan alianzas con empresas que se dediquen a la investigación para prevenir fraude y corrupción; así no sólo ganan los organismos deportivos, logrando confianza para que haya mayores inversiones, sino los hinchas, quienes le dan vida a este deporte.