La generación del replanteo: por qué cada vez más adultos buscan reorientar su carrera

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By Agencias

Por Romina Halbwirth

Psicóloga (MN 26252), orientadora vocacional con enfoque sistémico–integrativo y creadora del concepto Llamadón

@hrominaok

Entre los 40 y los 50, muchas personas miran su agenda y sienten que su trabajo ya no las representa. No es un capricho ni una crisis pasajera: es la señal de una vida que pide propósito y coherencia entre lo que enciende por dentro y lo que se hace todos los días.

Hay un momento, generalmente después de los 40, en que el despertador suena igual… pero algo cambió.

La casa, los chicos, las cuentas, el trabajo de siempre. Todo parece en orden, pero aparece una frase incómoda:

“No sé si quiero seguir viviendo así los próximos diez años”.

No se trata de personas “malagradecidas” ni de la caricatura de la crisis de la mediana edad. Se trata de adultos que hicieron “lo que había que hacer”: estudiar, trabajar, sostener familias, pagar deudas… y que ahora se encuentran con una pregunta que antes no podían formular:

“¿Y yo, en qué lugar quedé en todo esto?”

Desde la psicología sistémica y la orientación vocacional en la adultez, este movimiento no es un fracaso: es una actualización del proyecto vital.

Cuando aparece el Llamadón© en la mitad de la vida

Muchos llegan a los 40 o 50 con la sensación de haber vivido en modo “cumplir”: cumplir con el estudio, el trabajo, la familia, las expectativas externas.

En ese contexto aparece algo que llamo Llamadón©.

Llama: ese fueguito interno, el entusiasmo genuino por ciertos temas, tareas o formas de ayudar.

Don: las habilidades que salen casi sin esfuerzo, aquello para lo que la persona parece tener una facilidad natural.

El Llamadón© es cuando esa llama y ese don se encuentran y se traducen, acá y ahora, en algo concreto que tenga sentido para el proyecto de vida actual.

Cuando lo que hacemos cada día se aleja demasiado de ese punto de encuentro, el cuerpo y la mente empiezan a pasar factura. Ya no alcanza con que el trabajo sea estable: necesita, de algún modo, tener que ver con quien uno es hoy.

Y eso es justamente lo que le pasa a esta “generación del replanteo”: personas de 40 y 50 que se animan a revisar si su vida laboral refleja lo que son hoy, no solo lo que eligieron a los 17.

De “tengo trabajo estable” a “necesito sentido”

Durante décadas, el mandato fue claro:

  • conseguir un “buen trabajo”,
  • sostenerlo el mayor tiempo posible,
  • garantizar seguridad económica.

En esa lógica, si había estabilidad, no había derecho a quejarse.

Hoy, en cambio, muchas personas se encuentran con otra verdad:

  • tienen trabajo… pero viven exhaustas;
  • lograron metas… pero sienten un vacío silencioso;
  • hicieron carrera… pero esa carrera va en una dirección que ya no reconocen como propia.

La idea de éxito cambió:

ya no alcanza con “estar en blanco” si el precio es vivir en gris por dentro.

Microseñales del replanteo: no es drama, es mensaje

El replanteo vocacional no empieza con una renuncia. Empieza con señales que se repiten:

  • Cansancio que no se recupera solo durmiendo más.
  • Atrasar el inicio de la jornada todo lo posible.
  • Fantasías del tipo “si pudiera, me dedicaría a otra cosa…”.
  • Frases internas: “esto ya no me representa”, “yo no soy solo esto”.
  • Sensación de actuar un personaje en el propio trabajo.

Leído desde la psicología sistémica, no es ingratitud: es un sistema de vida pidiendo reacomodo.

El cuerpo, primera alarma vocacional

En consultorio es habitual escuchar, alrededor de los 45:

  • “Los domingos a la tarde se me parte la cabeza.”
  • “Siento un nudo en el pecho camino al trabajo.”
  • “Tengo todo para estar bien… pero por dentro estoy apagado.”

El cuerpo habla antes que la palabra.

No siempre significa “dejá todo y andate”, pero sí indica que la forma actual de trabajar ya no es sostenible.

Cuando el empleo se vuelve un lugar de apagar incendios, sin espacio para aprender o aportar algo propio, el cuerpo toma la posta y manda síntomas para frenar.

Reorientarse a los 40 o 50 no es empezar de cero

El gran miedo de esta generación del replanteo es:

“¿Y a esta edad qué hago? No puedo empezar de cero”.

Pero la mitad de la vida no es un reinicio vacío: es un punto de inflexión lleno de experiencia.

A los 40 o 50:

  • ya sabés qué te apagó y qué te dio vida,
  • conocés tus límites,
  • tenés habilidades que antes no sabías nombrar,
  • tenés una historia reinterpretables, no descartable.

La clave no es borrar todo, sino preguntarse:

  • ¿Qué partes de mi trabajo actual quiero conservar?
  • ¿Qué partes necesito transformar?
  • ¿Qué deseos postergué por mandatos o miedos?

Reorientarse no siempre es cambiar de profesión: a veces es cambiar el lugar que ocupa el trabajo en la vida.

Replantearse la carrera no es fugarse a una isla

Muchos imaginan que replantear la vida profesional implica renunciar de un día para el otro o romper con todo.

En la práctica, la mayoría de los procesos sanos son más sutiles:

  • Implican un proceso, no un impulso.
  • Implican preguntas incómodas sobre mandatos, creencias y expectativas heredadas.
  • Implican revisar el deseo actual, sin idealizaciones.

Muchas veces no se trata de abandonar una profesión, sino de resignificarla: cambiar de rol, enfoque, público, modalidad o tiempos.

7 preguntas para saber si tu trabajo sigue alineado con vos

  1. ¿Te reconocés en lo que hacés o sentís que actuás un personaje?
  2. ¿Tu cuerpo se relaja cuando pensás en tu trabajo, o se tensa automáticamente?
  3. ¿Hay disfrute semanal, aunque sea mínimo, o solo descarga de tareas?
  4. ¿Qué de lo que hacés conecta con tu llama y qué con tu don?
  5. ¿Te imaginás haciendo algo parecido en diez años con calma, o te angustia?
  6. ¿Estás donde estás por decisión actual o por inercia y miedo?
  7. Si tus necesidades estuvieran cubiertas por un año, ¿seguirías haciendo lo mismo?

Si estas preguntas incomodan, no es una falla: es una invitación a revisar el proyecto de vida con honestidad.

Recuadro – Mini caso clínico (anónimo)

Mariana (49) trabaja desde hace más de veinte años en el área administrativa de una empresa. Buen sueldo, procesos conocidos, reconocimiento.

Sin embargo, comenzó a notar:

  • dolores de cabeza frecuentes,
  • insomnio los domingos,
  • irritabilidad,
  • la frase: “podría estar haciendo algo más humano que revisar planillas”.

En terapia, reconoció que cada vez que capacitaba a alguien nuevo o acompañaba a colegas en momentos difíciles se sentía viva. Le gustaba trabajar con personas, no solo con números.

No renunció. Hizo otro movimiento:

  • habló con su jefe y expresó su interés por tareas vinculadas al desarrollo del equipo,
  • se formó en comunicación, liderazgo y gestión de personas,
  • y con el tiempo pasó a un rol orientado al talento humano dentro de la misma organización.

No tiró su trayectoria. La redireccionó hacia su Llamadón: acompañar personas y sostener procesos humanos.

La generación del replanteo: ¿crisis o madurez?

Cuando alguien de 40 o 50 dice “no quiero seguir así”, es fácil etiquetar. Pero lo que aparece es otra cosa:

  • deseo de vivir de modo coherente con los propios valores,
  • conciencia de que el tiempo no es infinito,
  • necesidad de que el trabajo no sea solo un lugar donde se gasta la vida para pagar cuentas.

Replantearse la carrera en la adultez no es un lujo: muchas veces es un acto de madurez psíquica. No siempre la respuesta será un gran cambio: a veces será un ajuste, una conversación pendiente o un movimiento gradual.

Lo importante es no callar las señales sino tomarlas como lo que son: una oportunidad para definir qué lugar querés que tenga tu Llamadón en la segunda mitad de tu vida.


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