Cada vez más hogares redescubren el placer y la calidez del fuego. Lejos de ser una moda nostálgica, la calefacción a leña se impone como una opción eficiente, sustentable y cargada de significado. Tromen, referente en productos para fuego, explica por qué el ritual de encender una salamandra vuelve a ganar espacio en la vida cotidiana.
Buenos Aires, abril de 2025 – En un mundo cada vez más acelerado y digital, el fuego vuelve a cobrar protagonismo como símbolo de pausa, encuentro y calidez. Lo que antes parecía reservado para casas de campo o refugios de montaña, hoy se instala con fuerza en hogares urbanos que buscan una forma de calefaccionarse más sustentable, eficiente y emocionalmente significativa. En este escenario, los salamandras, hogares y cocinas a leña de Tromen, empresa líder en calefacción y productos para fuego, se convierten en los grandes protagonistas del invierno.
“El fuego tiene algo ancestral. Reunirse alrededor de una salamandra no es solo calefaccionarse: es compartir, es cocinar, es volver a lo simple”, explica Facundo Cáceres Gerente Comercial de Tromen.
A diferencia de otros sistemas, la calefacción a leña ofrece una experiencia sensorial única: el crepitar de la leña, la sensación del calor del fuego, el espectáculo hipnótico de las llamas. Pero más allá del encanto, también hay razones prácticas que impulsan su crecimiento. Los modelos actuales de salamandras logran un alto rendimiento con bajo consumo de leña, lo que se traduce en eficiencia térmica y ahorro. Además, al ser una fuente renovable de energía, la leña puede ser una opción más ecológica, especialmente si se utiliza leña seca y proveniente de forestación renovables. En zonas donde el gas natural no llega o hay cortes de energía, la leña se vuelve una aliada confiable y valorada.
La tendencia también responde a un cambio cultural: muchas personas buscan volver a conectar con los ritmos naturales, con el hogar como refugio y con actividades que inviten a “bajar un cambio”. En este sentido, prender el fuego se transforma en un ritual cotidiano, casi meditativo.
“Nos emociona ver cómo nuestros productos forman parte de historias familiares, de cenas compartidas, de tardes de lectura frente al hogar. Sabemos que no vendemos solo calefacción: fabricamos momentos. Cómo siempre digo, El Fuego es la primera adicción fanática que tuvo el hombre y eso nos mete en un mundo de emociones que quedan grabadas”, finaliza Cáceres.
Además de salamandras y hogares, Tromen amplió su propuesta con una línea de productos para cocinar al fuego –como discos, planchetas y provoleteras– y accesorios que completan la experiencia: desde sets de herramientas hasta leñeros de diseño. Todo con el sello de calidad y funcionalidad que caracteriza a la marca.
Este invierno, más que nunca, el fuego vuelve a ser protagonista. Y Tromen, como siempre, está ahí para acompañar el ritual.